La menopausia es definida médicamente como el cese permanente de los ciclos menstruales, y se considera un proceso biológico completamente natural. Se determina cuando una persona cumple 12 meses corridos sin menstruación. Es decir, la menopausia corresponde a un día, ese día en que se cumplió un año de NO SANGRAR (Mónica Manso, La menopausia consciente, 2021). Aunque suele ocurrir entre los 45 y 55 años, la Organización Mundial para la Salud indica que la menopausia puede ocurrir antes o después de esas edades; cada cuerpo es diferente y, además, hay procedimientos médicos que pueden inducir la menopausia.
El periodo de varios años antes de que ocurra el cese de la menstruación, o la menopausia, se le llama la perimenopausia y, en algunos casos, su forma natural puede comenzar tan temprano como a los 35 años. El periodo de varios años después de la menopausia se le conoce como la posmenopausia. A todo este periodo (perimenopausia, menopausia y posmenopausia) también se le conoce como climaterio. Desde Aula Comunitaria PR preferimos utilizar el término “tránsito menopáusico” para referirnos a estos tres periodos.
Lamentablemente en nuestra cultura la menopausia suele pensarse de forma negativa, provocando tratos despectivos y la ausencia de cuidados dignos hacia las personas que la transitamos. Hay dos lentes principales que actualmente dominan el campo de percepción y práctica de la menopausia: el biomédico y el sociocultural. La literatura puramente biomédica se refiere al climaterio como el envejecimiento paulatino del aparato reproductor que comienza cuando los niveles de estrógeno y progesterona disminuyen poco a poco. Este acercamiento propone medicar a las personas menstruantes con terapia hormonal u otros medicamentos.
Bajo el lente sociocultural, hay un consenso entre muchos antropólogos sobre que, en sociedades occidentales, el climaterio y la menopausia se asocian a un periodo negativo. Más aún, Mireia Larrosa Domínguez, y otros autores (2020)plantean que el modelo biomédico patriarcal y la industria farmacéutica han contribuido a normalizar esta etapa como una patológica que necesita controles médicos. Esa visión negativa del climaterio y la menopausia se alimenta también del capitalismo, que de forma oportunista le rinde culto a la juventud. La vejez no le produce ganancias al mercado y se percibe como un tiempo de pérdida de atractivo sexual. Esto genera una “cultura de desecho” que coloca a las personas a escoger entre perder su estatus social o prolongar artificialmente la juventud a través de la medicación, cirugías y un sin número de productos “anti-aging”. En palabras de uno de las autoras (2020) “a las mujeres se les medica para huir de sunaturaleza a diferencia de los hombres a los cuales se (les) medica para potenciarla.” Inclsuive, los términos que suelen utilizarse de forma universal para referirse a esta etapa de la vida son extremadamente patológicos y/o sugestivos de un desprecio a las personas que la experimentan (i.e. bochornos, infertilidad, insuficiencia ovárica, hipoestrogenismo).
En adición, las corrientes biomédicas y capitalistas que dominan estas narrativas y prácticas sobre la menopausia se niegan a aceptar que no solo las mujeres tienen menstruación; otra evidencia de la colonialidad. En Aula Comunitaria hablamos de personas menstruantes porque partimos del reconocimiento innegable de que además de las mujeres, hay personas transmasculinas, hombres trans, personas no binarias, cuir e intersex que experimentan la menstruación y por tanto la menopausia. Es por eso que nuestras iniciativas, incluyendo el “Fogonazo”, se fundamentan en principios de la interseccionalidad e intencionamos esfuerzos inclusivos y participativos.
Es importante destacar que el 49.7% de la población mundial son mujeres, mientras en Puerto Rico representan el 52.9% (Banco Mundial, 2023). El movimiento Let's Talk Menopause informa que solo en Estados Unidos 75 millones de mujeres se encuentran en la perimenopausia, la menopausia o la posmenopausia, y 6,000 millones más llegan a la menopausia cada día. Un estudio de 2023 de los Estados Unidos reveló que solo el 31% de las residencias académicas de medicina en obstetricia y ginecología cuentan con un currículo de menopausia. En otras palabras, la mayoría de los ginecólogos en Estados Unidos no cuentan con una preparación en menopausia, lo que coincide con testimonios de muchas personas menstruantes que expresan frustración de no encontrar en sus médicos un lugar de apoyo.
En Puerto Rico el 20.5% de la población total de mujeres para el censo del 2020 estaban entre las edades de 35 a 64 años, edades de perimenopausia, menopausia y posmenopausia (Estadísticas PR). La expectativa de vida al nacer de las mujeres en Puerto Rico aumentó en el 2023 a 85 años (Statista, 2025), con una mediana de edad aumentando de 38.6 en 2010 a 46.6 años en el 2020, lo cual es uno de varios indicadores de aumento en el ritmo de “envejecimiento” de la población (Estadísticas PR, 2023).
Estos datos nos revelan que cada vez tenemos más personas menstruantes pasando por el tránsito menopáusico con menos apoyos efectivos, sensibles y liberadores. Sólo basta con hacer una búsqueda en la internet con la palabra “menopausia” para saber que la mayoría de los apoyos disponibles se clasifican en dos bandos: (1) la excesiva comercialización de productos “anti-aging” a altísimos costos; y (2) la cantidad de páginas de médicos (o proveedores clínicos) hablando exclusivamente de las terapias hormonales y remedios dietéticos “prometedores”. Estos dos bandos a veces trabajan en colaboración, pero demuestran claramente cómo sus prácticas y mensajes se sostienen en ideologías edadistas, gerascofóbicas y gordofóbicas que nos deshumanizan. Nos preguntamos ¿dónde están las conversaciones, las políticas y las prácticas para una menopausia humanizada y senti-pensante?
En Aula Comunitaria definimos el tránsito menopáusico como un “lugar por donde se pasa”, que hace honor a una etapa en la cual la forma – corporal, sentipensante y espiritual - en que socializamos, y nos socializan, nos provoca remirarnos y resignificarnos, reposicionando nuestro valor y rol frente al mundo. Las personas que promovemos y practicamos una salud sexual y reproductiva digna debemos asegurarnos de nombrar, visibilizar y acercarnos al climaterio y la menopausia desde una mirada anticolonial, interseccional y con perspectiva de género.